miércoles, 9 de enero de 2008

La toma de decisiones.

Si algo tienen los juegos de estrategia es precisamente la toma de decisiones. La verdad es que sobre este proceso podríamos hablar mucho, largo y tendido. Al fin y al cabo existe toda una rama de la matemática dedicada únicamente a este fin, conocida cómo 'Teoría de juegos' (def).

Sin embargo no todo proceso de toma de decisiones es lógico ni mucho menos. Hay multitud de factores psicológicos y sociológicos que influyen en esta toma de decisiones. Todos hemos hecho alguna que otra locura simplemente por que nos ha apetecido o bien por razones estéticas.

Independientemente de la decisión tomada y de los motivos por los que la tomemos lo que sí deberíamos intentar es tomar la decisión por los motivos correctos. Es decir, por que queremos tomarla. Si tomamos una decisión por falta de información, por precipitación o por otros motivos, eso es sin duda un grave error. Ya sea para bien o para mal (cómo hemos dicho antes) toda decisión debería estar basada en la información de la cual disponemos del campo de batalla, y cuanta más información mejor. Tomar una decisión, aunque sea un equivocación táctica, debe estar basada en nuestra voluntad de tomarla.

Cómo ejemplo podríamos tomar una carga por parte de Sorscha cargando en solitario contra todo el ejercito enemigo. ¿Es un error? Depende. Desde luego es una decisión más bien poco acertada por que es muy posible que Sorscha muera en un par o tres de asaltos (aunque llevándose mucha gente por el camino). El hecho de que sea una desventaja táctica o estratégica es, en nuestro caso, irrelevante. Aquí lo que importa es el por qué está cargando. Si hemos decidido cargar por puro disfrute o bien para comprobar su aguante sobre el terreno, no se puede tratar de un error propiamente dicho. Sin embargo lo que sí sería desastroso (y conste que estoy exagerando mucho) es lanzar a Sorscha contra el ejercito enemigo sin saber que no va a aguantar.

A este tipo de decisiones me refiero con decisiones erróneas. Son decisiones que no están basadas en un conocimiento previo o una reflexión previa.

'Pues vaya una cosa! eso ya lo sabía!', pensareis.

La verdad es que muy posiblemente lo sepamos todos. No precipitarse, hacer las cosas con cabeza y hacerlas bien son frases y axiomas allá donde vamos. Ya sea en los estudios, en el trabajo, jugando a warmachine, jugando a videojuegos, haciendo la comida o intentando ligar en la disco.

Pero si siempre tenemos esto en cuenta ¿cómo es que seguimos tomando decisiones precipitadas y sin un conocimiento previo?

Bien. En muchas ocasiones no podemos evitar ser cómo somos y hacemos las cosas cómo las hacemos. Muchas veces aún teniendo ese conocimiento previo, ya sea por distracciones, por perderse dentro de la maraña de planes y cosas por hacer o bien sea por que simplemente en ese momento no estás pensando en algún factor determinado, no tenemos en cuenta toda la información necesaria para tomar una decisión lógica y táctica en el campo de batalla (o en cualquier otro lado, ¿no? ¿o me vais a decir que soy el único al que se le han pegado las lentejas por dejarlas demasiado tiempo al fuego?).

En otras ocasiones simplemente no es posible tener la información. Ya sea por que únicamente con experiencia y tanteando varias situaciones (cómo las decisiones probables de un adversario o su forma de jugar), o bien por que se trata de una información completamente aleatoria (cómo una simple tirada de dados) no nos es posible tener suficiente información cómo para manejar de forma útil una situación.

Para las situaciones de toma de decisiones hay dos factores clave referentes a la información disponible. Una de ellas es la capacidad de adquirir de forma eficiente la información del campo de batalla desechando la información que no nos es útil y sabiendo valorar con precisión la que sí es útil. De nada nos sirve saber que un warjack está pintado de 5 formas diferentes, pero sí saber que tiene un atributo de P+F de 17, por poner algo.

El otro factor hace referencia precisamente a la información de la cual no disponemos. Cuando no tenemos información fiable o no podemos adelantar un probable resultado de un encuentro, es cuando a nivel estratégico vamos a tener problemas. En este punto de la toma de decisiones es cuando entra en juego el concepto de control de riesgos. Que al fin y al cabo no es otra cosa que preguntarse "¿Y si esto falla, que?".

Tanto para la adquisición de información cómo para el control de riesgos hay varios sistemas y estrategias, y de todo ello hablaremos más adelante. Pero tened siempre en cuenta que hay tantos sistemas y estrategias cómo formas de juego y formas de pensar y que al fin y al cabo 'todo maestrillo tiene su librillo'.




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